La candidata del Frente Amplio, Xóchitl Gálvez, se encuentra en una situación política complicada. Abandonada por sus promotores y sin un liderazgo claro en su campaña, ha centrado sus esfuerzos en dormir en casas de ciudadanos en distintas partes de la República, pero sus declaraciones sin supervisión política la han enredado aún más.
Los dirigentes de los tres partidos de la alianza opositora, Claudio X. González y Santiago Creel, la han dejado sin participación en el diseño del programa de gobierno y en la evaluación de cargos en el gabinete, lo que la deja como una candidata sin sentido político y apoyo.
A pesar de ser impulsada por el presidente López Obrador, su figura se ha basado en aspectos superficiales como su llegada a eventos públicos en bicicleta y sus chistes, sin un discurso político central ni un pensamiento estratégico claro. Los intelectuales que la respaldaron no han logrado establecer un diálogo intelectual con ella.

Aunque es la precandidata del Frente Amplio, Xóchitl Gálvez no ha ejercido un liderazgo activo para unir a las fuerzas que la respaldan, lo que la deja sin dirección clara en su campaña. Su pasado político y burocrático ha afectado negativamente su imagen y parece que no cuenta con asesoramiento estratégico para defenderse de la crítica.
En resumen, Xóchitl Gálvez carece de un perfil de competencia real para la presidencia y su figura se limita a representar intereses dispersos en la oposición. Su deterioro político está reduciendo las posibilidades de la oposición en las elecciones futuras, lo que ha llevado a considerar la urgencia de reemplazarla como candidata opositora