Volé desde el AIFA gracias a la sobreventa de boletos de Volaris, y ahora compartiré mi experiencia de manera objetiva. Salí de mi casa en Polanco tres horas antes, con un viaje estimado de 47 minutos según Google y un pago de casetas de 25 pesos.

Optamos por el circuito mexiquense, aunque más costoso, por su supuesta eficacia ante posibles obstáculos en el camino. La carretera estaba mayormente despejada, aunque cruzar Ecatepec con buen tráfico resultó estresante, incluso a «alta velocidad» (110-120 km/h).
La llegada al AIFA se destaca por su modernidad, pero la señalización para llegar deja mucho que desear, obligándote a depender de Google. La entrada al aeropuerto está bien, pero la señalización negra y pequeña es confusa, a diferencia de otros aeropuertos con señalización verde y más visible.

A pesar de ser un aeropuerto reciente, la pintura en las calles está notablemente desgastada, revelando decisiones de construcción cuestionables. Es un aeropuerto pequeño, decepcionantemente visible en su totalidad desde la llegada.
El exterior aparenta vacío, incluso para un aeropuerto que sirve a una población de 20 millones de habitantes. La primera impresión es positiva: limpieza, un ambiente nuevo y escasa presencia de personas, mostradores y negocios vacíos.

El filtro de seguridad es rápido, apenas unos minutos para acceder a las salas. El personal de la Guardia Nacional se muestra atento. Aunque el aeropuerto carece de características espectaculares, su soledad es evidente, con negocios y restaurantes vacíos.
Ingresé a una sala VIP completamente desierta, donde los meseros se alegraron de mi presencia. Las puertas de embarque son modernas y amplias, y el abordaje, ágil, a pesar de que solo dos aviones ocupaban el aeropuerto.
En resumen, el AIFA es pequeño, funcional y en buenas condiciones, pero subutilizado y con dificultades de accesibilidad. Para ser el principal aeropuerto del Valle de México, se necesita una inversión significativa. Resulta frustrante ver cómo se desperdicia dinero de manera desconsiderada.
Crónica por Juan Burgos.



