Mientras muchas comunidades de este municipio aún viven en la pobreza, Mary Hernández se deleita con marcas de lujo.
Por David García.
En medio del discurso de austeridad republicana y la promesa de poner primero a los pobres, la presidenta municipal de Felipe Carrillo Puerto, Mary Hernández, ha encontrado una forma peculiar de conciliar estas ideologías sin renunciar a su propia felicidad. Mientras las comunidades de este municipio aún viven en la pobreza, ella se deleita con marcas de lujo como Carolina Herrera, Chanel, Tiffany, Ermenegildo Zegna, Louis Vuitton y Salvatore Ferragamo, entre otras.
Mary Hernández, quien llegó al poder prometiendo un gobierno que no fuera rico mientras el pueblo fuera pobre, ahora se regodea en la vanidad y el lujo, satisfaciendo sus deseos terrenales sin miramientos. Parece que la austeridad solo aplica para los demás, mientras ella se mantiene al tanto de las últimas tendencias y ostenta un estilo de vida que contrasta drásticamente con la realidad de su municipio.
No solo se trata de su afición por marcas exclusivas, sino también de sus constantes viajes y visitas a restaurantes de lujo fuera de su municipio. Parece que el bienestar y los gustos personales de la presidenta municipal están por encima de las necesidades de los ciudadanos a quienes prometió servir.
Es preocupante ver cómo una figura política que se alzó con la promesa de poner a los pobres en primer lugar ahora se regodea en la opulencia y el derroche. Felipe Carrillo Puerto merece un líder comprometido con la verdadera austeridad de la cuarta transformación que predica el presidente, Andrés Manuel López Obrador y la atención a los problemas reales de la comunidad, no alguien que se enorgullece de su imagen y sus lujos mientras el pueblo sigue sufriendo carencias, alimentarias y de salud.
Es hora de que los carrilloportenses reflexionen profundamente sobre el voto que emitirán en las próximas elecciones. Deben elegir a líderes comprometidos con la auténtica transformación, con la justicia social y la igualdad. No pueden permitir que la hipocresía y la ostentación sigan prevaleciendo en la sociedad. Es hora de alzar la voz y exigir un cambio real, un cambio que ponga a las personas y sus necesidades en el centro de la política. Para así poder construir un futuro más justo y equitativo para Felipe Carrillo Puerto y para todos sus habitantes.
